Nueva Expedición

Esta grupo nació hacia fines del 2010 cuando un grupo de amigos de Alumni se aventuro a desafiar el Cerro Aconcagua. En ese momento, por diferentes motivos, la expedición se preparo con poco tiempo; y entre las bajas que fueron sufriendo los integrantes y el mal tiempo, no se pudo lograr el tan ansiado objetivo. (ver detalles en entradas anteriores).

Después de ese primer intento, el grupo se fue agrandando y se fueron agregando nuevas expediciones con diferentes destinos. Este blog tiene como fin relatar esas expediciones.

Obviamente nuestro sueño sigue siendo el Aconcagua, que sin duda volveremos.

viernes, 11 de enero de 2013

Expedicion Hielos Continentales Dic2012


Luego de buscar el destino de nuestra nueva expedición, Hielos Continentales sonó como el mas desafiante y tentador para todo el grupo, no solo por la complejidad del viaje, sino por los imponentes paisajes de la Patagonia, lo desconocido de la geografía de los hielos y la curiosidad que nos provocaba caminar por un campo de hielo en medio de la cordillera.
El campo de Hielo sur está ubicado en los andes patagónicos, en la frontera entre Argentina y Chile. Es la masa de hielo más grande del mundo detrás de la Antártida y Groenlandia, tiene una superficie total de 16.800km2 y se extiende por 350kmts. El 85% pertenece a chile y lo restante a Argentina.  El ingreso desde Argentina lo haríamos desde la localidad del Chaltén en la prov. De Santa Cruz.
Con el objetivo en la mira, comenzó la dura tarea de conseguir el equipo adecuado para la expedición. Desde camperas y pantalones impermeables y respirables (Gore tex), botas dobles, crampones, piquetas y raquetas, hasta bolsas de dormir de -30 grados. Atreverse a visitar un lugar como este sin el equipo adecuado era prácticamente garantizar el fracaso de la expedición es por eso que era muy importante tener todo lo necesario. Costó, pero finalmente todos logramos conseguir el equipo adecuado.
El grupo estaba conformado por Rodrigo Falcon, Marcos Llerena, Guadalupe Rodriquez, Matías Buzzi, Ignacio Uranga y Francisco Zamudio y los Guías eran Tomas Ceppi y Santiago Vazquez. Si bien había nuevas incorporaciones (Guada y Matías), este grupo ya tenía varias expediciones juntos y nos conocíamos bastante bien como para garantizar que la convivencia iba a ser un éxito.
La cita era el Sábado 24 de noviembre en Cabañas del Torre, Chaltén ,Prov. De Santa Cruz, ahí nos debíamos reunir para el chequeo de equipos, asignación de cargas, detalles de cordadas y repaso de los últimos detalles previos a la partida.
Luego de la charla, cada uno se retiró a su cabaña para armar la mochila. Este fue el primer momento de sorpresa!! Entre la ropa, la comida, la bolsa de dormir, el equipo técnico y la parte de carpa que nos tocaba llevar, la mochila pasaba a ser un verdadero problema! Hubo idas y venidas entre las cabañas para comparar pesos, pedir consejos y ver donde se podía recortar para alivianar la carga.  Los consejos fueron y vinieron varias veces pero la mochila aún seguía siendo pesada (aprox 25kg), finalmente nos rendimos y asumimos que el peso de la mochila también iba a ser parte del desafío.
Con la mochila cerrada nos fuimos a dormir la última noche en el Chaltén, al otro día comenzaba la tan ansiada expedición hacia los hielos continentales.

La mañana del Domingo 25 nos pasó a buscar el transfer y nos llevó hasta el puente de río eléctrico a 16km del Chaltén donde comenzaría la caminata. Allí nos juntamos con un grupo de amigos de Bariloche quienes nos iban a acompañar durante todo el viaje. Ellos eran Nahuel, Rodri, Gaspar, Martín y Néstor.
La caminata comenzó por un bosque de lengas hacia el refugio Piedra del Fraile donde tuvimos que pagar un “peaje” por utilizar el paso de un campo, algo no muy usual y totalmente fuera de la ley pero aparentemente de práctica habitual en algunos lugares. Dejamos atrás este pequeño inconveniente y seguimos adelante. Pasamos el lago Eléctrico y el paisaje ya empezaba a cambiar para meternos en antiguos valles glaciarios con formaciones rocosas de todo tipo.
Luego de aprox 7hs llegamos a nuestro primer camp. “La Playita”. Tal como lo describe el nombre era una playa de piedras en medio de la cordillera, con un río que corría por un costado y una pequeña laguna al fondo. Desde aquí podíamos ver la cara oeste del Fitz Roy que nos iba a estar acompañando durante los próximos 3 días. 
Armamos las carpas, desplegamos la bolsa de dormir y nos preparamos para comer la ya tradicional picada de bondiola, queso, salamín, mortadela y galletitas. Una vez resuelto este trámite todo lo demás es más fácil. Aprovechamos para sacar fotos, disfrutar del lugar, y luego de varias rondas de mates, comimos y nos fuimos a dormir; sabíamos que el 2do día iba a ser largo y era el día que entrábamos a los hielos así que necesitábamos estar descansados.

El 2do día nos recibió con una tenue llovizna y señales claras que el clima iba a empeorar, sabíamos que de ahora en más íbamos a empezar a sentir el viento ya que estábamos cerca del paso. Nuestro camino siguió bordeando distintas lagunas hasta llegar al glaciar Marconi. Allí nos pusimos los crampones y preparamos todo lo necesario para caminar encordados. Habíamos hablado sobre esta técnica y todas las precauciones necesarias para evitar o prevenir accidentes.
La lluvia se hacía más intensa pero nuestro paso seguía firme. Nos topamos con distintos obstáculos en el camino ya que al transitar por un glaciar no hay una senda marcada, con lo cual hay que analizar cuál es el camino más seguro a la hora de avanzar.
Finalmente pudimos atravesar el glaciar y comenzamos el ascenso al paso Marconi, una de las puertas de entrada a los hielos continentales. El clima seguía muy mal, con lluvia y el viento proveniente de Chile cada vez más intenso. Aun así, decidimos seguir hacia el refugio del gorra blanca (Chile) ya que una noche de refugio nos iba a venir bien para secar la ropa y descansar mejor.
Alrededor de las 5 de la tarde, ya fuera del glaciar, comenzamos a subir hacia el refugio que según nuestros cálculos estaba a 5km y si bien había parado de llover, el frío era más intenso y las ráfagas de viento comenzaban a incrementarse a medida que subíamos por la pendiente.
Llegamos a un punto que las ráfagas eran de aprox 120km/hr  y entre una ráfaga y la otra solo podíamos avanzar de a 5 pasos, luego teníamos que tirarnos al piso y sujetarnos de la piquetas ya que de lo contrario nos arrastraba en la dirección contraria. Luchamos contra este viento durante más de una hora y ni siquiera habíamos avanzado un kilómetro. En total ya llevábamos más de 8hs de marcha y a este ritmo nos restaban por lo menos otras 4 o 5 horas más, siempre y cuando el clima no empeorara. Cuando nos dimos cuenta de esto, nos reagrupamos y entre los guías decidieron que la decisión más segura era regresar hacia un lugar más reparado del viento y pasar la noche a la espera de buen clima.
Bajamos hasta un lugar más reparado del viento  y con las 4 palas cavamos 3 vivacs para armar por lo menos 3 carpas y meternos lo más rápido posible. En total éramos 13, nos distribuimos como pudimos y nos metimos en las carpas. La situación no era nada buena, estábamos todos mojados, apretados en las carpas y sin poder armar una comida razonable para el recuperarnos desgaste que habíamos hecho. En total habíamos caminado aprox 9hs y solo habíamos comida la comida de marcha que es muy básica por un tema de practicidad. Estábamos tan cansados que dormimos como pudimos a la espera de un mejor clima para el próximo día.

Al otro día el clima había cambiado, el viento estaba más calmo y había sol. Rápidamente salimos de nuestras carpas y comenzamos a secar la ropa, la bolsa de dormir y todo lo que se había mojado. Teníamos un parte meteorológico que decía que los vientos recién iban a calmar después del mediodía así que teníamos tiempo para organizarnos de nuevo y planificar nuestros próximos pasos.
Si bien el viento era leve de repente venían fuertes ráfagas que nos provocaron seria pérdidas. Habíamos puesto la ropa a secar con piedras encima para evitar que se vuelen pero una ráfaga hizo volar las piedras y se llevó una campera, un guante y rompió una carpa. Obviamente las cosas no las pudimos recuperar ya que estábamos en lo más alto del glaciar y quien sabe hasta donde pudieron haber volado las cosas. Aprendimos la lección y doblamos la cantidad de piedras.
Tal como lo decía el pronóstico después del mediodía el viento calmo y pudimos subir. Ahí pudimos apreciar lo lejos que estábamos del refugio y lo poco que habíamos avanzado. La subida era imponente, el paisaje del glaciar Marconi por detrás, el gorra blanca al noreste y la entrada a los hielos era lo que estábamos esperando. Luego de un par de horas llegamos al refugio. Seguimos muy golpeados de la paliza que nos había dado el viento, más que nada porque durante un día sólo habíamos comido galletitas y chocolates, a esta altura el cuerpo necesitaba un shock de comida de verdad!!!!
Finalmente llegamos al refugio, era una lugar espectacular por su ubicación y por las comodidades que brindaba en semejante lugar. Estaba ubicado en el filo de una pequeño cerro sobre uno de los márgenes del campo de hielo sur. Allí podíamos apreciar los famosos Hielos Continentales. Era una vista imponente, de una majestuosidad pocas veces vista, la inmensidad y la blancura de la nieve hacían imposible determinar los limites. La comparación más adecuada para mi es la de “mar de hielo” principalmente por lo plano (debido a los fuertes vientos que alisan la superficie). Estimo que en otras épocas del año se podrían ver grietas cerca de las montañas pero en esta oportunidad el hielo se encontraba perfectamente compacto y liso.
En el refugio seguimos secando la ropa y al mismo tiempo Tomi y Santi estaban armando la picada para empalmarla de corrido con unas fajitas de pollo que se venían haciendo esperar hace un día.  Después de comer y descansar, todo era alegría y el día de la tormenta era una feliz anécdota que íbamos a recordar por mucho tiempo. Nuevamente el espíritu aventurero estaba más vivo que nunca.
Tuvimos una excelente noche, algunos durmieron en camas (sommiers) y otros con menos suerte en el piso pero sin duda descansamos muy bien.

Amanecimos como nuevos, secos y con ganas de continuar nuestra expedición hacia el “Circo de los Altares”, uno de las paradas emblemáticas y más esperadas en el campo de hielo sur.
El día era espectacular nuevamente, con sol y prácticamente sin viento, todo indicaba que nuestra caminata iba a ser calurosa y que íbamos a poder disfrutar la vista completa del circo de los altares, cosa que no siempre sucede. Sin duda ya habíamos pagado nuestro derecho de piso con el viento y las tormentas, y todo lo que venía por delante eran días despejados y de poco viento.
Nos esperaban aprox. 12km por el hielo, nuevamente encordados de a 4 por cordada y con raquetas para transitar ágilmente por el hielo. Arrancamos con buen ritmo y muy buen ánimo, y al cabo de 3hs llegamos al tan ansiado destino.
El circo de los Altares es un enorme anfiteatro formado por agujas de granito, donde se destaca el Co. Torre y la agujas T. Egger, Herron, Standhardt y 4 dedos. Todas estas formaciones arman un semicírculo casi perfecto e imponente. Es un espectáculo digno de presenciar y más aun con el día que nos había tocado.
Pasamos largas horas contemplando las agujas y disfrutando del paisaje que brinda un lugar tan inaccesible como este. Tuvimos la suerte de ver a 2 grupos de escaladores bajando del Cerro Torre que luego cruzamos más adelante y nos contaron la experiencia de semejante hazaña.
Una charla recurrente después de tres noches de expedición eran las comidas; si bien estábamos comiendo bien y abundante, algunos platos son difíciles de olvidar. Varios de nosotros habíamos estado en el Chaltén uno días antes de salir y habíamos probado diferentes platos que valían la pena recordar. Se hablaba de una milanesa napolitana que tenía varios votos pero sin duda la gran ganadora fue la Hamburguesa de Porters. Aparentemente era de un tamaño pocas veces visto y algunos inclusive no la habían podido terminar. No había dudas que esa iba a ser nuestro primer contacto con la civilización en cuanto a comidas!!!
Llego la noche y si bien estábamos en vísperas de luna llena, llegar a verla era todo un desafío, ya que en esta época del año y por estos lados, anochece cerca de las 10pm y amanece alrededor de las 5am con lo cual ver la luna significaba quedarse despierto hasta muy tarde y eso no era recomendable por el esfuerzo que íbamos a tener en la caminata del próximo día.
Al otro día nos esperaba la salida de los hielos y con la experiencia previa de la caminata en hielo, sabíamos que teníamos que arrancar bien temprano ya que con el calor el hielo se derretía y hacia más lento el paso y sobre todo más pesados los trineos ya que no se deslizaban bien. 

Luego de levantarnos, desayunamos y comenzamos a desarmar las carpas para prepararnos para retomar el camino. Alrededor de las 8hs ya estábamos rumbeando para la laguna de los esquíes justo antes del paso del viento que es otra de las puertas de ingreso o salida de los hielos continentales. Nuevamente habíamos chequeado el parte meteorológico y anunciaban vientos fuertes para el siguiente día con lo cual estábamos analizando la posibilidad de estirar el Trekking hacia un campamento del otro lado del paso del viento y así evitar el mal tiempo. No en vano se llamaba “Paso del viento” y no pensábamos quedarnos a averiguar qué tan fuerte podía ser ese viento. Ya habíamos tenido nuestra experiencia y en este caso aprendimos rápido. 
Veníamos de dormir y comer bien durante 2 noches y el Trekking hacia el circo había sido muy rápido y corto así que sin dudarlo decidimos realizar un esfuerzo extra y salir del hielo ese mismo día.
Nuevamente la caminata sobre el hielo fue muy rápida y llegamos a la salida del hielo por una morena donde el terreno es mixto (hielo y roca) con cambios de pendiente. Ya nos habíamos sacado las raquetas de nieve para transitar el glaciar con crampones pero seguíamos encordados ya que había muchas grietas.
Pasamos la laguna de los esquíes, luego por la laguna Ferrari pero aun nos quedaba un largo camino para pasar del otro lado del paso del viento. Teníamos que subir un acarreo (piedras sueltas) de aprox 400mts de desnivel en muy poca distancia para luego montarnos en el filo y pasar para el otro lado de la montaña.
La vista desde el paso del viento es otro de los lugares donde vale la pena detenerse a contemplar la inmensidad del glaciar Viedma que se conecta con los hielos continentales para luego continuar hacia el lago que lleva su mismo nombre.
Del otro lado del paso del viento la bajada era igual de complicada que la subida y nuevamente teníamos que bajar por un acarreo muy empinado que nos conduciría hacia el vivac del glaciar túnel, nuestro próximo campamento. Esta decisión de estirar los tramos de estos días hacia que recortemos un día de expedición, ya que el programa original era acampar en lag. de los esquíes, luego en laguna toro para después llegar a el Chaltén. Finalmente hicimos un campamento intermedio entre lag. Toro y lag de los esquíes y desde ahí directo a el Chaltén.
Si bien cargábamos menos peso, ya que habíamos consumido gran parte de la comida, el cansancio se hacía sentir y la caminata de aprox. 9hs con todo tipo de terreno y desnivel se hizo muy dura. Llegamos al campamento muy cansados pero contentos por la aventura que habíamos vivido, sabíamos que quedaba un día muy largo antes de llegar al Chaltén, pero ya estábamos fuera del hielo y sabíamos que nos esperaba la famosa hamburguesa y una cama confortable.
Nuevamente armamos el campamento y nos preparamos para la última comida de montaña, el menú fue muy variado, desde fajitas de queso hasta una cazuela de ternera con arroz extra, un verdadero manjar para cerrar la expedición. De postre unos chocolates que a esta altura eran una delicatesen para acompañar la ronda de mates. Aun después de haber comido en grandes cantidades volvimos a tocar el tema comida, esta vez el tema fue el cordero de cierre de expedición. Es sabido para este grupo, que el cierre de expedición se hace con un cordero y esta vez no iba a ser la excepción.

Ya viernes, 6to día de expedición y solo nos restaban unas horas para volver a la civilización, la caminata comenzó nuevamente por las piedras, para luego montarnos en el glaciar túnel que nos levaría rumbo a la laguna toro. Sabíamos que teníamos que evitar una tirolesa que según buenas fuentes no estaba en condiciones así que teníamos que encontrar un paso alternativo. Luego de unos minutos encontramos el paso y llegamos a la laguna toro, allí debíamos vadear el río Tunel de aguas heladas y fuerte corriente. Sin dudas este lugar hubiese sido excelente para acampar pero estaba fuera de nuestras posibilidades ya que el día anterior había sido demasiado largo.
Una vez cruzado el río nos metíamos en un bosque que parecía de cuento, con vista: hacia el paso del viento por donde habíamos pasado y hacia el valle hacia donde debíamos ir. Un verdadero lujo poder tener estas vistas tan claras del paisaje que estábamos transitando.
Luego del bosque llegaron las praderas, los mallines hasta llegar a ver el lago Viedma que nos indicaba que estábamos muy cerca de llegar a destino. Luego de otras 9hs de caminata ya estábamos entrando al Chaltén por el lado opuesto al que nos habíamos ido. Estábamos entrando por el camino del guarda parque para luego cruzar el río Fitz Roy y finalmente entrar al Chaltén.
 

 
Al entrar al Chaltén nos reunimos en un bar a una cuadra del puente donde brindamos con unas cervezas bien frías y aprovechamos para ponernos en contacto con nuestras familiar.
Luego de un par de cervezas, charlas, fotos y mjes a las familias la cita ya estaba arreglada, nos encontrábamos en Porters para comer esa hamburguesa gigante y tomar la cerveza artesanal que aparentemente también era digna de ser probada. Obviamente los preparativos para el cordero también estaban encaminados y al mediodía del sábado lo íbamos a estar comiendo en la cabaña.

La expedición había llegado a su fin, habíamos completado la vuelta y salvo alguna que otra ampolla todos estábamos felices y físicamente bien. El clima nos había acompañado durante todo el viaje , y si bien habíamos tenido nuestra prueba de fuego en el Marconi con el viento, pudimos superarlo sin problemas y hoy es un muy buena anécdota.
  Sin dudas estos viajes abren el corazón y llenan el alma de imágenes, vivencias y experiencias imborrables que nos acompañarán toda la vida. Son recuerdos que llevamos muy presentes a todos lados, no solo por los lugares y la experiencia sino por las personas con quien las vivimos, en algunos casos son amigos de toda la vida y en otros, nuevos amigos que pasan a ser para toda la vida ya que nadie se olvida con quien comparte semejantes travesías y expediciones. 
 Fran Zamudio

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