Luego de buscar el destino de nuestra
nueva expedición, Hielos Continentales sonó como el mas desafiante y tentador
para todo el grupo, no solo por la complejidad del viaje, sino por los imponentes
paisajes de la Patagonia, lo desconocido de la geografía de los hielos y la
curiosidad que nos provocaba caminar por un campo de hielo en medio de la
cordillera.
El campo de Hielo sur está ubicado en los andes patagónicos,
en la frontera entre Argentina y Chile. Es la masa de hielo más grande del
mundo detrás de la Antártida y Groenlandia, tiene una superficie total de
16.800km2 y se extiende por 350kmts. El 85% pertenece a chile y lo restante a
Argentina. El ingreso desde
Argentina lo haríamos desde la localidad del Chaltén en la prov. De Santa Cruz.
Con el objetivo en la mira, comenzó la dura tarea de
conseguir el equipo adecuado para la expedición. Desde camperas y pantalones
impermeables y respirables (Gore tex), botas dobles, crampones, piquetas y
raquetas, hasta bolsas de dormir de -30 grados. Atreverse a visitar un lugar
como este sin el equipo adecuado era prácticamente garantizar el fracaso de la
expedición es por eso que era muy importante tener todo lo necesario. Costó,
pero finalmente todos logramos conseguir el equipo adecuado.
El grupo estaba conformado por Rodrigo Falcon, Marcos
Llerena, Guadalupe Rodriquez, Matías Buzzi, Ignacio Uranga y Francisco Zamudio
y los Guías eran Tomas Ceppi y Santiago Vazquez. Si bien había nuevas
incorporaciones (Guada y Matías), este grupo ya tenía varias expediciones
juntos y nos conocíamos bastante bien como para garantizar que la convivencia
iba a ser un éxito.
La cita era el Sábado 24 de noviembre en Cabañas del Torre, Chaltén
,Prov. De Santa Cruz, ahí nos debíamos reunir para el chequeo de equipos,
asignación de cargas, detalles de cordadas y repaso de los últimos detalles
previos a la partida.
Luego de la charla, cada uno se retiró a su cabaña para
armar la mochila. Este fue el primer momento de sorpresa!! Entre la ropa, la
comida, la bolsa de dormir, el equipo técnico y la parte de carpa que nos
tocaba llevar, la mochila pasaba a ser un verdadero problema! Hubo idas y
venidas entre las cabañas para comparar pesos, pedir consejos y ver donde se
podía recortar para alivianar la carga.
Los consejos fueron y vinieron varias veces pero la mochila aún seguía
siendo pesada (aprox 25kg), finalmente nos rendimos y asumimos que el peso de
la mochila también iba a ser parte del desafío.
Con la mochila cerrada nos fuimos a dormir la última noche
en el Chaltén, al otro día comenzaba la tan ansiada expedición hacia los hielos
continentales.
La mañana del Domingo 25 nos pasó a buscar el transfer y nos
llevó hasta el puente de río eléctrico a 16km del Chaltén donde comenzaría la
caminata. Allí nos juntamos con un grupo de amigos de Bariloche quienes nos
iban a acompañar durante todo el viaje. Ellos eran Nahuel, Rodri, Gaspar,
Martín y Néstor.
La caminata comenzó por un bosque de lengas hacia el refugio
Piedra del Fraile donde tuvimos que pagar un “peaje” por utilizar el paso de un
campo, algo no muy usual y totalmente fuera de la ley pero aparentemente de
práctica habitual en algunos lugares. Dejamos atrás este pequeño inconveniente
y seguimos adelante. Pasamos el lago Eléctrico y el paisaje ya empezaba a
cambiar para meternos en antiguos valles glaciarios con formaciones rocosas de
todo tipo.
Luego de aprox 7hs llegamos a nuestro primer camp. “La
Playita”. Tal como lo describe el nombre era una playa de piedras en medio de
la cordillera, con un río que corría por un costado y una pequeña laguna al
fondo. Desde aquí podíamos ver la cara oeste del Fitz Roy que nos iba a estar
acompañando durante los próximos 3 días.
Armamos las carpas, desplegamos la bolsa de dormir y nos
preparamos para comer la ya tradicional picada de bondiola, queso, salamín,
mortadela y galletitas. Una vez resuelto este trámite todo lo demás es más
fácil. Aprovechamos para sacar fotos, disfrutar del lugar, y luego de varias
rondas de mates, comimos y nos fuimos a dormir; sabíamos que el 2do día iba a
ser largo y era el día que entrábamos a los hielos así que necesitábamos estar
descansados.
El 2do día nos recibió con una tenue llovizna y señales
claras que el clima iba a empeorar, sabíamos que de ahora en más íbamos a
empezar a sentir el viento ya que estábamos cerca del paso. Nuestro camino
siguió bordeando distintas lagunas hasta llegar al glaciar Marconi. Allí nos
pusimos los crampones y preparamos todo lo necesario para caminar encordados.
Habíamos hablado sobre esta técnica y todas las precauciones necesarias para
evitar o prevenir accidentes.
La lluvia se hacía más intensa pero nuestro paso seguía
firme. Nos topamos con distintos obstáculos en el camino ya que al transitar
por un glaciar no hay una senda marcada, con lo cual hay que analizar cuál es
el camino más seguro a la hora de avanzar.
Finalmente pudimos atravesar el glaciar y comenzamos el
ascenso al paso Marconi, una de las puertas de entrada a los hielos
continentales. El clima seguía muy mal, con lluvia y el viento proveniente de
Chile cada vez más intenso. Aun así, decidimos seguir hacia el refugio del
gorra blanca (Chile) ya que una noche de refugio nos iba a venir bien para
secar la ropa y descansar mejor.
Alrededor de las 5 de la tarde, ya fuera del glaciar,
comenzamos a subir hacia el refugio que según nuestros cálculos estaba a 5km y
si bien había parado de llover, el frío era más intenso y las ráfagas de viento
comenzaban a incrementarse a medida que subíamos por la pendiente.
Llegamos a un punto que las ráfagas eran de aprox
120km/hr y entre una ráfaga y la
otra solo podíamos avanzar de a 5 pasos, luego teníamos que tirarnos al piso y
sujetarnos de la piquetas ya que de lo contrario nos arrastraba en la dirección
contraria. Luchamos contra este viento durante más de una hora y ni siquiera
habíamos avanzado un kilómetro. En total ya llevábamos más de 8hs de marcha y a
este ritmo nos restaban por lo menos otras 4 o 5 horas más, siempre y cuando el
clima no empeorara. Cuando nos dimos cuenta de esto, nos reagrupamos y entre
los guías decidieron que la decisión más segura era regresar hacia un lugar más
reparado del viento y pasar la noche a la espera de buen clima.
Bajamos hasta un lugar más reparado del viento y con las 4 palas cavamos 3 vivacs para
armar por lo menos 3 carpas y meternos lo más rápido posible. En total éramos
13, nos distribuimos como pudimos y nos metimos en las carpas. La situación no
era nada buena, estábamos todos mojados, apretados en las carpas y sin poder
armar una comida razonable para el recuperarnos desgaste que habíamos hecho. En
total habíamos caminado aprox 9hs y solo habíamos comida la comida de marcha
que es muy básica por un tema de practicidad. Estábamos tan cansados que
dormimos como pudimos a la espera de un mejor clima para el próximo día.
Al otro día el clima había cambiado, el viento estaba más
calmo y había sol. Rápidamente salimos de nuestras carpas y comenzamos a secar
la ropa, la bolsa de dormir y todo lo que se había mojado. Teníamos un parte
meteorológico que decía que los vientos recién iban a calmar después del
mediodía así que teníamos tiempo para organizarnos de nuevo y planificar
nuestros próximos pasos.
Si bien el viento era leve de repente venían fuertes ráfagas
que nos provocaron seria pérdidas. Habíamos puesto la ropa a secar con piedras
encima para evitar que se vuelen pero una ráfaga hizo volar las piedras y se llevó
una campera, un guante y rompió una carpa. Obviamente las cosas no las pudimos
recuperar ya que estábamos en lo más alto del glaciar y quien sabe hasta donde
pudieron haber volado las cosas. Aprendimos la lección y doblamos la cantidad
de piedras.
Tal como lo decía el pronóstico después del mediodía el
viento calmo y pudimos subir. Ahí pudimos apreciar lo lejos que estábamos del
refugio y lo poco que habíamos avanzado. La subida era imponente, el paisaje
del glaciar Marconi por detrás, el gorra blanca al noreste y la entrada a los
hielos era lo que estábamos esperando. Luego de un par de horas llegamos al
refugio. Seguimos muy golpeados de la paliza que nos había dado el viento, más
que nada porque durante un día sólo habíamos comido galletitas y chocolates, a
esta altura el cuerpo necesitaba un shock de comida de verdad!!!!
Finalmente llegamos al refugio, era una lugar espectacular
por su ubicación y por las comodidades que brindaba en semejante lugar. Estaba
ubicado en el filo de una pequeño cerro sobre uno de los márgenes del campo de
hielo sur. Allí podíamos apreciar los famosos Hielos Continentales. Era una
vista imponente, de una majestuosidad pocas veces vista, la inmensidad y la
blancura de la nieve hacían imposible determinar los limites. La comparación más
adecuada para mi es la de “mar de hielo” principalmente por lo plano (debido a
los fuertes vientos que alisan la superficie). Estimo que en otras épocas del
año se podrían ver grietas cerca de las montañas pero en esta oportunidad el
hielo se encontraba perfectamente compacto y liso.
En el refugio seguimos secando la ropa y al mismo tiempo
Tomi y Santi estaban armando la picada para empalmarla de corrido con unas
fajitas de pollo que se venían haciendo esperar hace un día. Después de comer y descansar, todo era
alegría y el día de la tormenta era una feliz anécdota que íbamos a recordar
por mucho tiempo. Nuevamente el espíritu aventurero estaba más vivo que nunca.
Tuvimos una excelente noche, algunos durmieron en camas
(sommiers) y otros con menos suerte en el piso pero sin duda descansamos muy
bien.
Amanecimos como nuevos, secos y con ganas de continuar
nuestra expedición hacia el “Circo de los Altares”, uno de las paradas
emblemáticas y más esperadas en el campo de hielo sur.
El día era espectacular nuevamente, con sol y prácticamente
sin viento, todo indicaba que nuestra caminata iba a ser calurosa y que íbamos
a poder disfrutar la vista completa del circo de los altares, cosa que no
siempre sucede. Sin duda ya habíamos pagado nuestro derecho de piso con el
viento y las tormentas, y todo lo que venía por delante eran días despejados y
de poco viento.
Nos esperaban aprox. 12km por el hielo, nuevamente
encordados de a 4 por cordada y con raquetas para transitar ágilmente por el
hielo. Arrancamos con buen ritmo y muy buen ánimo, y al cabo de 3hs llegamos al
tan ansiado destino.
El circo de los Altares es un enorme anfiteatro formado por
agujas de granito, donde se destaca el Co. Torre y la agujas T. Egger, Herron,
Standhardt y 4 dedos. Todas estas formaciones arman un semicírculo casi
perfecto e imponente. Es un espectáculo digno de presenciar y más aun con el
día que nos había tocado.
Pasamos largas horas contemplando las agujas y disfrutando
del paisaje que brinda un lugar tan inaccesible como este. Tuvimos la suerte de
ver a 2 grupos de escaladores bajando del Cerro Torre que luego cruzamos más
adelante y nos contaron la experiencia de semejante hazaña.
Una charla recurrente después de tres noches de expedición
eran las comidas; si bien estábamos comiendo bien y abundante, algunos platos
son difíciles de olvidar. Varios de nosotros habíamos estado en el Chaltén uno
días antes de salir y habíamos probado diferentes platos que valían la pena
recordar. Se hablaba de una milanesa napolitana que tenía varios votos pero sin
duda la gran ganadora fue la Hamburguesa de Porters. Aparentemente era de un
tamaño pocas veces visto y algunos inclusive no la habían podido terminar. No
había dudas que esa iba a ser nuestro primer contacto con la civilización en
cuanto a comidas!!!
Llego la noche y si bien estábamos en vísperas de luna
llena, llegar a verla era todo un desafío, ya que en esta época del año y por
estos lados, anochece cerca de las 10pm y amanece alrededor de las 5am con lo
cual ver la luna significaba quedarse despierto hasta muy tarde y eso no era
recomendable por el esfuerzo que íbamos a tener en la caminata del próximo día.
Al otro día nos esperaba la salida de los hielos y con la experiencia
previa de la caminata en hielo, sabíamos que teníamos que arrancar bien
temprano ya que con el calor el hielo se derretía y hacia más lento el paso y
sobre todo más pesados los trineos ya que no se deslizaban bien.
Luego de levantarnos, desayunamos y comenzamos a desarmar
las carpas para prepararnos para retomar el camino. Alrededor de las 8hs ya
estábamos rumbeando para la laguna de los esquíes justo antes del paso del
viento que es otra de las puertas de ingreso o salida de los hielos
continentales. Nuevamente habíamos chequeado el parte meteorológico y
anunciaban vientos fuertes para el siguiente día con lo cual estábamos
analizando la posibilidad de estirar el Trekking hacia un campamento del otro
lado del paso del viento y así evitar el mal tiempo. No en vano se llamaba
“Paso del viento” y no pensábamos quedarnos a averiguar qué tan fuerte podía
ser ese viento. Ya habíamos tenido nuestra experiencia y en este caso
aprendimos rápido.
Veníamos de dormir y comer bien durante 2 noches y el
Trekking hacia el circo había sido muy rápido y corto así que sin dudarlo
decidimos realizar un esfuerzo extra y salir del hielo ese mismo día.
Nuevamente la caminata sobre el hielo fue muy rápida y
llegamos a la salida del hielo por una morena donde el terreno es mixto (hielo
y roca) con cambios de pendiente. Ya nos habíamos sacado las raquetas de nieve
para transitar el glaciar con crampones pero seguíamos encordados ya que había
muchas grietas.
Pasamos la laguna de los esquíes, luego por la laguna
Ferrari pero aun nos quedaba un largo camino para pasar del otro lado del paso
del viento. Teníamos que subir un acarreo (piedras sueltas) de aprox 400mts de
desnivel en muy poca distancia para luego montarnos en el filo y pasar para el
otro lado de la montaña.
La vista desde el paso del viento es otro de los lugares donde
vale la pena detenerse a contemplar la inmensidad del glaciar Viedma que se
conecta con los hielos continentales para luego continuar hacia el lago que
lleva su mismo nombre.
Del otro lado del paso del viento la bajada era igual de
complicada que la subida y nuevamente teníamos que bajar por un acarreo muy
empinado que nos conduciría hacia el vivac del glaciar túnel, nuestro próximo
campamento. Esta decisión de estirar los tramos de estos días hacia que
recortemos un día de expedición, ya que el programa original era acampar en
lag. de los esquíes, luego en laguna toro para después llegar a el Chaltén.
Finalmente hicimos un campamento intermedio entre lag. Toro y lag de los
esquíes y desde ahí directo a el Chaltén.
Si bien cargábamos menos peso, ya que habíamos consumido
gran parte de la comida, el cansancio se hacía sentir y la caminata de aprox.
9hs con todo tipo de terreno y desnivel se hizo muy dura. Llegamos al
campamento muy cansados pero contentos por la aventura que habíamos vivido,
sabíamos que quedaba un día muy largo antes de llegar al Chaltén, pero ya
estábamos fuera del hielo y sabíamos que nos esperaba la famosa hamburguesa y
una cama confortable.
Nuevamente armamos el campamento y nos preparamos para la
última comida de montaña, el menú fue muy variado, desde fajitas de queso hasta
una cazuela de ternera con arroz extra, un verdadero manjar para cerrar la
expedición. De postre unos chocolates que a esta altura eran una delicatesen
para acompañar la ronda de mates. Aun después de haber comido en grandes
cantidades volvimos a tocar el tema comida, esta vez el tema fue el cordero de
cierre de expedición. Es sabido para este grupo, que el cierre de expedición se
hace con un cordero y esta vez no iba a ser la excepción.
Ya viernes, 6to día de expedición y solo nos restaban unas
horas para volver a la civilización, la caminata comenzó nuevamente por las
piedras, para luego montarnos en el glaciar túnel que nos levaría rumbo a la
laguna toro. Sabíamos que teníamos que evitar una tirolesa que según buenas
fuentes no estaba en condiciones así que teníamos que encontrar un paso
alternativo. Luego de unos minutos encontramos el paso y llegamos a la laguna
toro, allí debíamos vadear el río Tunel de aguas heladas y fuerte corriente.
Sin dudas este lugar hubiese sido excelente para acampar pero estaba fuera de
nuestras posibilidades ya que el día anterior había sido demasiado largo.
Una vez cruzado el río nos metíamos en un bosque que parecía
de cuento, con vista: hacia el paso del viento por donde habíamos pasado y
hacia el valle hacia donde debíamos ir. Un verdadero lujo poder tener estas
vistas tan claras del paisaje que estábamos transitando.
Luego del bosque llegaron las praderas, los mallines hasta
llegar a ver el lago Viedma que nos indicaba que estábamos muy cerca de llegar
a destino. Luego de otras 9hs de caminata ya estábamos entrando al Chaltén por
el lado opuesto al que nos habíamos ido. Estábamos entrando por el camino del guarda
parque para luego cruzar el río Fitz Roy y finalmente entrar al Chaltén.
Al entrar al Chaltén nos reunimos en un bar a una cuadra del
puente donde brindamos con unas cervezas bien frías y aprovechamos para
ponernos en contacto con nuestras familiar.
Luego de un par de cervezas, charlas, fotos y mjes a las
familias la cita ya estaba arreglada, nos encontrábamos en Porters para comer
esa hamburguesa gigante y tomar la cerveza artesanal que aparentemente también
era digna de ser probada. Obviamente los preparativos para el cordero también
estaban encaminados y al mediodía del sábado lo íbamos a estar comiendo en la
cabaña.
La expedición había llegado a su fin, habíamos completado la
vuelta y salvo alguna que otra ampolla todos estábamos felices y físicamente
bien. El clima nos había acompañado durante todo el viaje , y si bien habíamos
tenido nuestra prueba de fuego en el Marconi con el viento, pudimos superarlo
sin problemas y hoy es un muy buena anécdota.
Sin dudas estos viajes abren el corazón y llenan el alma de
imágenes, vivencias y experiencias imborrables que nos acompañarán toda la
vida. Son recuerdos que llevamos muy presentes a todos lados, no solo por los
lugares y la experiencia sino por las personas con quien las vivimos, en
algunos casos son amigos de toda la vida y en otros, nuevos amigos que pasan a
ser para toda la vida ya que nadie se olvida con quien comparte semejantes
travesías y expediciones.
Fran Zamudio
No hay comentarios:
Publicar un comentario